Por Claudia Bobadilla
Cada día, sí, cada día, llegan a nuestros dispositivos noticias sobre nuevas compañías y desarrollos en base a IA generativa, con montos de inversión nunca antes vistos, junto a val orizaciones y desplomes bursátiles sorprendentes. Artículos, conferencias, estudios, libros que nos advierten sobre la magnitud que esta revolución tecnológica significa para la historia de la humanidad, que no sólo transforma las tecnologías que utilizamos, sino también nuestras estructuras sociales y relaciones interpersonales, inaugurando una nueva era en la que todo se pone a prueba, y donde el anticipo de cambios de paradigmas están a la orden del día.
Hay algo abrumador en todo esto, nos parecemos al coyote exhausto tratando de alcanzar al correcaminos que logra con una inesperada genialidad siempre escaparse, dejándonos en vilo entre el aire y la caída al vacío, rodeados de una constelación de preguntas e hipótesis sobre las oportunidades y riesgos, las que simultáneamente nos provocan esperanza, angustia y desconcierto, tanto a nivel personal como organizacional. ¿Cómo mantenernos actualizados? ¿Cómo implementar sistemas de IA en nuestras organiza ciones? ¿Estamos atrasados en su incorporación? ¿Se pro ducirá una pérdida masiva de puestos laborales, o serán mayores los beneficios de esta revolución tecnológica?
En este escenario, la pregunta que me ha perseguido este verano es cómo, como humanos no pasamos al olvido, cómo evolucionamos para seguir ocupando un lugar de relevancia, y no convertirnos en notas de pie de página en la historia que chatGTP está escribiendo. El historiador Yuval Harari, plantea, que en el siglo XXI, los humanos serán más importantes que nunca, pero en el sentido de que ellos controlen las historias que se cuentan a sí mismos. ¿Cuál es esa nueva historia que nos vamos a contar? Curiosamente, la IA nos está regalando la oportunidad de co-evolucionar y crear una nueva narrativa sobre nosotros, y como humanidad. Narrativa basada en una nueva estructura de relacionamiento que abandona la tensión hombre/ mujer e instala como pilar estratégico su complementarie dad, anclándose en los paradigmas de la integración y colaboración.
Esta nueva manera de constituirnos y relatarnos tiene como fin construir un liderazgo humano cuya autoridad se base en la sabiduría, ética, colaboración, y la integración de hombres y mujeres, y con la inteligencia artificial. Liderazgo para la acción, capaz de proponer y con agilidad implementar soluciones a los desafíos más acuciantes de nuestras sociedades. Y también, porque no, para con creatividad narrar la historia de cómo la humanidad viajó al encuentro con el nuevo mundo.