miércoles, 16 julio, 2025

Transferencias electrónicas: millones de pagos, pero el comercio sigue excluido

A pesar de ser uno de los métodos de pago más usados en Chile, las transferencias electrónicas enfrentan trabas estructurales que impiden su consolidación como herramienta de inclusión financiera. La falta de interoperabilidad, la dependencia de procesos manuales y el uso informal de estas transferencias, que dificulta su trazabilidad efectiva en algunos sectores, son parte de los desafíos que expertos y fintechs buscan visibilizar.

Las transferencias electrónicas de fondos (TEF) son rápidas, accesibles y de bajo costo. Sin embargo en Chile, estas  aún no logran posicionarse como una solución formal y eficiente para el comercio, especialmente para emprendedores o pymes en etapa inicial. Se trata de un problema asociado más al diseño del sistema que a la tecnología disponible.

En los últimos años, las transferencias electrónicas se han posicionado como uno de los métodos de pago más utilizados en Chile, gracias a su rapidez, bajo costo y facilidad de uso. Solo en 2024 se realizaron 1.482 millones de TEF, por un monto cercano a US $318 000 millones, lo que representa un aumento del 22 % respecto al año anterior. Sin embargo, esta masificación no se ha traducido en una verdadera herramienta de inclusión financiera para el comercio, ya que aún existen fricciones operativas como la falta de interoperabilidad y la necesidad de ingresar datos manualmente, lo que limita su potencial en el ecosistema digital.

“Las TEF no fueron diseñadas como medio de pago, sino como una vía para transferencias entre personas. Eso genera fricción en la experiencia de compra y limita su utilidad para los comercios, especialmente los más pequeños”, explica Jorge Vives, Gerente de Nuevos Negocios de ProntoPaga, fintech que ha impulsado soluciones enfocadas en el ecosistema de medianas y grandes empresas.

Actualmente, los principales excluidos del sistema financiero formal son aquellos negocios que no cuentan con inicio de actividades o que se encuentran en etapas tempranas, y que no pueden asumir los costos de procesamiento de pagos tradicionales. La normativa vigente permite a personas naturales recibir hasta 50 transferencias mensuales, lo que restringe la operación de muchos pequeños comercios y reduce sus posibilidades de financiamiento.

Una mayor trazabilidad de las transferencias permitiría a estos comercios construir un historial crediticio verificable y confiable, facilitando así el acceso a financiamiento con mejores condiciones. Herramientas como los códigos QR dinámicos interoperables o las notificaciones automáticas ofrecen soluciones concretas para avanzar en esta línea, permitiendo experiencias de pago más simples, trazables y sin requerir grandes inversiones en infraestructura.

“A pesar de que el uso del término ‘inclusión financiera’ siga siendo muy trillado, soluciones como los QR dinámicos interoperables permiten que más comercios acepten pagos desde cualquier billetera o banco, sin necesidad de infraestructura costosa. Esto reduce la informalidad, incorpora trazabilidad y facilita la digitalización de sectores excluidos”, comenta Vives.

El modelo bancario actual mantiene incentivos para promover el uso de tarjetas, ya que generan mayor recaudación que las transferencias, las cuales dejan menores márgenes para la banca. “El rol que debería jugar la industria financiera tiene que ser colaborativo, reconociendo que el mercado se moderniza  y está avanzando hacia alternativas más flexibles e instantáneas”, afirma.

En otros países de la región como Brasil con su sistema Pix, Colombia con su iniciativa de pagos interoperables Bre-B y México con SPEI y CoDi,[1]  los bancos centrales han liderado estrategias para convertir las transferencias digitales en un bien público, promoviendo la interoperabilidad obligatoria y el acceso universal a estas plataformas. En Chile, un avance en este sentido requeriría cambios regulatorios que garanticen la interoperabilidad por ley y definan un modelo de red responsable y sostenible.

Actualmente, muchos comercios han comenzado a adoptar herramientas tecnológicas que les permiten integrarse al sistema financiero formal. La expansión de las fintech ha contribuido de forma significativa, al ofrecer soluciones simples, seguras y adaptadas a las necesidades reales de los comercios.


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