domingo, 6 julio, 2025

Ángel Izurieta

Gerente General Google Cloud Ingeniero Industrial Pontificia Universidad Católica de Chile

Por Magaly Álvarez

Ángel, cuéntanos un poco de ti: ¿cómo ha sido tu camino profesional hasta llegar a Google, y cómo es un día en tu vida actualmente?

Soy ingeniero de profesión y tecnólogo de corazón. Desde mis años de estudiante he estado vinculado al mundo de la tecnología; comencé trabajando en laboratorios Mac en los años 90, desarrollando software. Pasé 20 años en Accenture, donde ocupé distintos roles hasta liderar la unidad de tecnología para recursos naturales en Sudamérica Hispana (excluyendo Brasil). Luego estuve cinco años en EY, liderando la práctica tecnológica, en un entorno más transversal.

Hace casi tres años me integré a Google Cloud como gerente general en Chile, enfocado en el ecosistema B2B y la transformación digital de empresas a través de la nube. Paralelamente, participo como inversionista ángel en startups y soy Limited Partner en dos fondos de Venture Capital. Además, presido la fundación sin fines de lucro Corporación Jesús Niño, que desde hace casi 30 años trabaja en El Castillo (La Pintana) con programas educativos para niños, desde jardín infantil hasta enseñanza básica, con foco en prevenir la deserción escolar. También organizamos colonias de verano para más de 200 niños, ofreciendo contención y esparcimiento.

El directorio de la fundación es muy activo y diverso, compuesto por profesionales comprometidos que participan operativamente en comités de marketing, finanzas y recaudación de fondos. Cumplimos con todas las normativas del Ministerio de Justicia, y este rol lo vivo con profunda convicción, como una de las causas que más sentido le da a lo que hago.

¿Cómo influye tu perfil hands-on en la forma en que lideras la adopción de nuevas tecnologías dentro de Google Cloud, especialmente considerando prácticas como el ‘dogfooding’ y el feedback temprano de producto?

Soy muy hands-on. No me quedo solo en las presentaciones; me gusta probar, experimentar y entender cómo funciona todo desde dentro. En Google eso es parte de la cultura: compartir, probar y construir juntos. Un gran ejemplo es el ‘dogfooding’, una práctica donde probamos internamente los productos antes de lanzarlos al mercado. Así, damos feedback real al equipo de producto desde nuestras propias experiencias como usuarios. Eso marca una gran diferencia: cualquier persona, desde un ingeniero hasta alguien de comunicaciones, puede aportar ideas que luego se implementan.

Esa cultura de co-creación se vive en espacios como Google Workspace, donde los ‘dogfooders’ compartimos hallazgos, errores y mejoras. Es ágil, creativo y colaborativo. Y lo más potente es que estamos todos —desde expertos en UX hasta desarrolladores— trabajando en conjunto por un solo objetivo: mejorar la experiencia del usuario.

Para mí, probar las cosas en terreno es fundamental. Incluso con mis hijas armamos proyectos con Arduino: no basta con aprender en teoría, hay que experimentar. Y en Google Cloud trasladamos esa lógica al mundo B2B: la experiencia de Gmail en tu casa debe ser igual de segura y fluida en tu empresa. Esa coherencia es clave.

Lo más motivante es sentir que formas parte real del proceso. Cuando ves que una sugerencia tuya llegó al producto final, ese sentido de pertenencia se multiplica. Es una forma muy poderosa de construir tecnología centrada en las personas.

Has mencionado la importancia de mantener una experiencia coherente entre el usuario individual y el corporativo. ¿Cómo logran asegurar que esa experiencia sea tan fluida y uniforme, considerando que se trata de entornos tan distintos?

Sí, nuestro objetivo es asegurar una experiencia consistente entre el uso personal y profesional de nuestras herramientas. Aunque una cuenta corporativa incluye funciones extra como mayor seguridad o administración centralizada, la lógica de uso debe sentirse igual. Si ya sabes usar Gmail en tu casa, no deberías tener que reaprenderlo al llegar a tu oficina. Esa continuidad es parte clave del valor que entregamos desde Google Cloud.

Muchos clientes nos cuentan lo mismo: sus equipos usan Google en su vida personal, pero en el trabajo deben adaptarse a plataformas completamente distintas. Y eso genera fricción. No es que una herramienta sea mejor que otra, sino que fueron diseñadas bajo principios diferentes. Al final, eso ralentiza el trabajo y frustra a los usuarios.

Cada vez más empresas entienden que no está mal usar herramientas intuitivas y familiares también en el entorno profesional. Algunas han empezado por grupos pequeños, y otras han adoptado Google Workspace de forma más amplia, justamente por esa fluidez entre lo personal y lo corporativo. Eso hace más fácil la gestión del cambio, algo clave en cualquier proceso de transformación digital.

La idea es que las herramientas no interfieran con el trabajo, sino que lo potencien. Por ejemplo, algo tan simple como una presentación: en vez de pedir el archivo, compartes el link y colaboran todos en tiempo real. No hay que preocuparse por versiones, envíos ni errores de formato. Se trabaja desde cualquier lugar, en simultáneo, sin fricciones.

Claro, todavía hay barreras culturales. Muchas personas siguen pidiendo el archivo físico, como antes. Pero cuando se dan cuenta de lo sencillo que es trabajar todo en la nube, sin depender de una plataforma fija, entienden el valor.

Y eso es lo más potente: la interoperabilidad. Google Workspace permite integrar fácilmente otras herramientas. Ya no estás encerrado en un solo ecosistema; puedes sincronizar, colaborar y seguir trabajando con fluidez. Por eso cada vez más empresas eligen este camino: porque la experiencia que ya conocen a nivel personal se traslada, con eficiencia, al mundo profesional.

Next 25’. Sabemos que no se trata solo de Google Cloud, sino que representa una visión estratégica más amplia de Google en torno al futuro de la tecnología. ¿Cómo nace esta iniciativa, qué busca proyectar para los próximos años y cuál es su impacto dentro y fuera del ecosistema de Google?

Google Cloud Next es nuestro evento más importante a nivel global en cloud computing, pero hoy representa mucho más. Es una instancia transversal que abre nuestro CEO, Sundar Pichai, con la participación de líderes de todas las áreas de Google y Alphabet. Es el gran hito anual donde compartimos al mundo las principales innovaciones desarrolladas en conjunto. Aunque en Google innovamos de forma continua, este evento resume y visibiliza ese esfuerzo colectivo: “Esto es lo que construimos juntos”.

En este contexto surge Next 25, nuestra visión para los próximos 25 años. Más allá de la tecnología, se trata de cómo queremos impactar positivamente en personas, organizaciones y ecosistemas. Es una invitación a anticipar el futuro y comenzar a construirlo desde hoy.
Esta mirada refleja cómo entendemos la innovación en Google: abierta, útil y ambiciosa. Un ejemplo son nuestras TPUs (Tensor Processing Units), chips creados especialmente para inteligencia artificial. La nueva generación es hasta 10 veces más eficiente, lo que reduce costos y democratiza el desarrollo de IA para empresas de todos los tamaños.

Google Cloud Next también es una vitrina de avances con impacto real. Este año lanzamos Agent-to-Agent, un protocolo open source que permite que agentes inteligentes de diferentes plataformas (Google, Microsoft, Salesforce, SAP, etc.) se comuniquen entre sí. Más de 50 empresas —incluyendo Microsoft— se sumaron desde el primer día. Este tipo de proyectos trasciende la competencia: busca construir ecosistemas abiertos, colaborativos y escalables.

Estas “bombas de innovación”, como las llamamos internamente, hacen de Cloud Next una experiencia única. Quienes participan regresan con ideas concretas y aplicables. Muchos nos dicen: “Quiero traer esto a Chile”, y eso transforma sus procesos.
También acorta distancias: lo que ocurre en Silicon Valley deja de parecer lejano cuando puedes conversar directamente con quienes enfrentaron y resolvieron desafíos similares en otras partes del mundo. Se trata de hacer tangible la innovación.

En la edición más reciente, presentamos cerca de mil mejoras en Google Cloud, incluyendo más de 240 anuncios. Muchas se integran en herramientas como Google Workspace, que ahora incorpora inteligencia artificial nativa: generación de imágenes en Slides, automatización de tareas en Sheets, entre otras.

Uno de los lanzamientos más destacados fue Google Workspace Workflows, que permite automatizar procesos como la creación de informes mensuales en un solo flujo: recolectar datos, generar presentaciones y enviarlas por correo.

En resumen, Google Cloud Next y Next 25 no solo miran al futuro, sino que lo hacen realidad desde hoy. Con tecnología accesible, conectada y centrada en las personas, acompañamos a empresas y usuarios en su camino de transformación. Porque, como decimos en Google: la verdadera innovación es la que mejora la vida de las personas, donde sea que estén.



Ángel, a lo largo de esta conversación ha habido un hilo conductor evidente: el papel central que juegan los datos en cada uno de estos procesos. ¿Cómo ves tú el rol de los datos hoy en la estrategia de las organizaciones?

Sí, absolutamente. Todo se traduce en datos. Lo interesante es que, gracias a la inteligencia artificial, esos datos hoy se convierten directamente en experiencias para el usuario.

Lo que estamos viviendo hoy no habría sido posible hace diez años. No existía la infraestructura ni el poder de cómputo necesarios. Hoy, en cambio, estamos en un momento de convergencia tecnológica: no solo tenemos datos en grandes volúmenes, sino que también procesamos todo tipo de información —videos, imágenes, audios, texto libre—, más allá de las clásicas tablas estructuradas.
Esa capacidad es la base del valor real que la IA genera en múltiples contextos.

Un ejemplo claro: los call centers.
Antes, mejorar la experiencia implicaba escuchar grabaciones una por una, verificar si el agente seguía el guion y luego capacitar. Era lento y poco escalable. Hoy, con IA, podemos procesar todas las llamadas y obtener una visión completa en tiempo real:
• “El 80 % de los casos se resolvió bien.”
• “En el 20 %, hubo fallas: el agente no conocía el producto o no entregó solución.”
Ya no se trabaja con excepciones, sino con datos reales y actualizados.

Y vamos más allá: hoy, mientras un agente atiende, la IA escucha en paralelo, interpreta el contexto y sugiere respuestas en tiempo real.
Por ejemplo: un cliente pregunta si su tarjeta permite acceso a un salón VIP.
Mientras el ejecutivo conversa, la IA busca la información, sugiere la respuesta y además recomienda un seguro de viaje.

“Perfecto, don Ángel, su tarjeta incluye acceso de 9:00 a 22:00. Además, puede contratar un seguro en la web del banco siguiendo estos tres pasos.”
El resultado: una experiencia personalizada, útil y oportuna, con cross-sell inteligente y sin interrupciones.

Sin IA, eso sería:
“Espéreme… sigo buscando… ¿aún está en línea?”

Con IA, todo es inmediato, contextual y útil.
Y nada de eso sería posible sin procesar grandes volúmenes de datos en tiempo real. La personalización y la velocidad requieren datos. Por eso los datos son un activo estratégico: hay que protegerlos, pero también activarlos con inteligencia.
Ahora bien, una cosa es usar IA para fines personales —como recetas o resúmenes— y otra muy distinta es aplicarla en entornos críticos, con datos sensibles como ventas, costos o estrategias de una empresa.
Ahí entran las garantías.
En Google Cloud, lo tenemos claro: ofrecemos herramientas como Gemini y soluciones para texto, imagen o voz, pero con una premisa clave: todo lo que pasa en tu entorno, se queda en tu entorno.
Nadie accede a tus datos ni los usamos para entrenar modelos ajenos. Si la IA accede a tu SAP, CRM u otros sistemas, puedes tener la tranquilidad de que tus datos están protegidos.
En ese escenario, la ciberseguridad no es un complemento: es la base de la confianza.

Una pregunta, desde el desconocimiento: antes se hablaba mucho de “depurar los datos”, ¿eso ya está resuelto?
La respuesta es sí… y no.
Hoy contamos con tecnologías mucho más avanzadas, pero el buen gobierno de datos sigue siendo clave. Saber qué datos tienes, dónde están, para qué los usas y quién accede a ellos sigue siendo prioridad para cualquier empresa.
Antes, los datos estaban fragmentados entre sistemas, y al cruzarlos aparecían errores básicos, como códigos de producto distintos para lo mismo. Sin consistencia, no hay integración.

Hoy existen más herramientas, pero la calidad y la gobernanza de los datos siguen siendo esenciales para cualquier proyecto serio de inteligencia artificial o automatización. La tecnología avanza, pero el orden interno sigue siendo responsabilidad de cada organización.
La IA ha abierto una nueva puerta. Gracias a la inferencia, puede interpretar contextos y conectar datos automáticamente. Por ejemplo, si detecta información sobre ventas en dos sistemas distintos, puede entender que hablan del mismo tema, incluso sin una instrucción explícita. Pero para validar esa conexión, se requiere al menos un mínimo de gobernanza.

Lo potente es que la IA ya realiza tareas que antes requerían múltiples pasos.
Ejemplo clásico: pedir vacaciones.
Antes, tenías que ingresar al sistema de RRHH, revisar tu saldo, llenar un formulario, esperar aprobación, actualizar el calendario y activar el mensaje de ausencia.

Hoy, con IA, basta con escribir:
“Necesito vacaciones en junio porque viajo. Si tengo días disponibles, inicia el proceso para salir el lunes 8. Agrégalo a mi calendario y activa el out of office.”
Y listo.

La IA:
• Revisa tu saldo
• Inicia la aprobación
• Actualiza tu calendario
• Activa tu mensaje de ausencia

Todo sin abrir múltiples sistemas.
Y puedes agregar:
“Avísame por correo o chat cuando esté listo.”
Y recibes:
“Tus vacaciones están agendadas del 8 al 15 de junio. Todo en orden.”

Eso es satisfacción. Sin papeleos, sin pasos innecesarios, sin fricción. Solo un clic.

Ahora pensemos en el cliente final.
Hoy alguien entra a un e-commerce, escribe “vestido verde” y recibe 500 resultados. Filtra, compara, se frustra.

¿Y si cambiamos eso por una conversación natural?

“Tengo un matrimonio este sábado al mediodía, cerca de la playa. Quiero un vestido lindo, abrigado y no muy caro.”
La IA entiende el contexto y responde:

“Según lo que me cuentas, tengo tres opciones ideales para matrimonios de día, con buenas reseñas. Además, al comprar uno, te regalamos un par de zapatos.”

¿En serio? Mejor, imposible.

Y lo más sorprendente: esto ya es posible hoy.

El problema es que muchos aún lo ven como ciencia ficción.

Por eso hay que educar a usuarios y empresas para que empiecen a interactuar naturalmente con estas herramientas.
Porque, seamos honestos: aún hay sitios que funcionan como en los años 2000. Son lentos, confusos, poco intuitivos.
Pero también hay otros que están cambiando el juego: con una interacción fluida, conversacional y centrada completamente en el usuario.

Ángel, liderando toda esta operación tecnológica en un mercado tan cambiante, dime… ¿Qué aprendizajes has tenido en este tiempo? Porque claramente el mundo ya no es el mismo desde la pandemia.

Sí, el cambio fue brutal. La pandemia marcó un antes y un después, acelerando la transformación tecnológica a un ritmo exponencial.
Como líder, y también en lo personal, destaco que hoy vivimos en un entorno de innovación constante. En Google, todo está en evolución permanente: eso nos obliga a mantenernos siempre atentos, aprendiendo y adaptándonos. En este rol, no solo lideras tecnología, también lideras personas, cultura, ritmo y visión.
La gran lección de la pandemia es que adaptarse no es algo puntual: es una actitud permanente. Hoy hablamos de inteligencia artificial, mañana será computación cuántica o biotecnología. La evolución no se detiene, y debemos avanzar con ella.
Y ahí entra lo más importante: la cultura de equipo.

Vengo del mundo de los servicios y aprendí que nadie lidera bien sin un equipo comprometido. Por eso trato de dar el ejemplo: si estoy probando algo nuevo, invito al equipo a hacerlo también. Esa curiosidad compartida crea una cultura de aprendizaje continuo.
En Google la formación es constante: capacitaciones mensuales, certificaciones, metas de aprendizaje. Los ingenieros deben dominar lo técnico, los comerciales tener visión estratégica, y los expertos en IA ser verdaderos referentes. Aquí no vale “te aviso después”.
La curiosidad es parte de nuestra esencia.

Siempre hay algo nuevo, y si no te incomoda un poco, es porque no estás siendo desafiado. Esa inquietud se complementa con colaboración real: trabajamos juntos, compartimos conocimiento. Como cuando migramos toda la red de cajeros de Redbanc a la nube —un proyecto que parecía imposible— y lo hicimos con equipos de Chile y EE.UU. trabajando como uno solo.
Esa misma mentalidad me llevó a preguntar en LinkedIn, antes del Google I/O: “¿Qué esperan que se anuncie?” Las respuestas fueron increíbles. Esa es la comunidad. Eso es escuchar.

Y sí, tenemos casos que nos llenan de orgullo.

• Canal 13 usa IA para buscar archivos audiovisuales: lo que antes tomaba días, ahora se hace en minutos.
• NotCo ya integra IA en sus procesos financieros.
• LATAM lanzó un bot con lenguaje natural: dices “quiero ir a Miami en junio” y te responde con opciones. Incluso te ofrece volar en Dreamliner.
• Camanchaca también avanza con IA aplicada a su negocio.

Lo importante es que ya no se trata de pilotos que no llegan a nada. Hoy las empresas buscan resultados reales, medibles. Y en Google Cloud estamos orgullosos de acompañarlas en ese camino.

¿Cómo te visualizas de aquí a cinco años?

Me lo han preguntado varias veces. Algunos me ven en directorios, otros como consultor. Pero la verdad es que me veo mucho tiempo más en tecnología. Me apasiona. Ojalá siga en Google muchos años, porque lo disfruto de verdad.
Al mismo tiempo, cada vez estoy más involucrado con el ecosistema emprendedor. Me encanta hacer mentorías, trabajar con startups, apoyar ideas nuevas que solo necesitan guía, experiencia… y algunas cicatrices.
Ver a jóvenes con energía y convicción te llena de vitalidad. Eso me mueve. Así que sí: me veo en tecnología, conectado con el ecosistema, y quién sabe…
Lo que tengo claro es que Google me sigue motivando, y este lazo con el ecosistema ya es parte de mi propósito.
Tal vez, cuando esté más viejo, dé un paso hacia lo público. Pero mi visión sigue siendo la misma: combinar pasión, impacto y aprendizaje continuo.

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