BC subió proyección de crecimiento a dos dígitos para este año y pero ajustó a la baja perspectivas para 2022 y 2023

El martes el Banco Central sorprendió a todos al subir en 75 puntos base la tasa de interés para dejarla en 1,5%. Y ahora en el Informe de Política Monetaria de septiembre profundizó el por qué hizo esa ajuste. Y la respuesta es clara: la economía crece sobre su potencial lo que podría generar desequilibrios dado el mayor impulso que está entregando el consumo.

Con eso como contexto, el instituto emisor subió fuertemente su proyección de crecimiento a un rango entre 10,5% y 11,5% desde el 8,5% y 9,5%.

De acuerdo al ente rector, la revisión al alza del consumo privado es el principal factor tras la corrección de crecimiento del 2021. “Los datos del segundo trimestre mostraron un aumento del gasto privado que superó lo previsto en junio, por lo que el punto de partida para las proyecciones es más elevado”.

Asimismo argumenta que “se suma que este comportamiento del gasto, junto con los datos en el margen, dio cuenta de que la porción que se está consumiendo de los recursos disponibles —ingresos habituales, IFE y retiros previsionales— superó significativamente lo previsto en junio, lo que lleva a reevaluar dicho supuesto. Además, se incorpora a la proyección que los recursos disponibles para el consumo de los hogares serán mayores, dada la ampliación anunciada de las transferencias fiscales —extensión del IFE universal e IFE laboral”. Así, su proyección para el consumo pasa de 13,8% a 16,9%.

Resalta que “la ampliación y persistencia de algunas de las medidas locales, combinada con una alta propensión de los hogares a consumir los recursos recibidos, ha tenido un impacto en el gasto privado que ha superado todas las previsiones”.

Sostiene que la oferta aún no logra recuperarse completamente, ello ha modificado significativamente la evaluación de las presiones que enfrenta la economía, reflejándose en un aumento de la inflación y sus perspectivas inmediatas. Dice que “a esto contribuye también la depreciación del peso, causada en parte por la percepción de un empeoramiento de los fundamentos de la economía producto de la liquidación de ahorro de largo plazo a través de los sucesivos retiros masivos de ahorros previsionales y del deterioro de las cuentas fiscales, todo ello en un entorno de alta incertidumbre local. Es así como las tasas de interés, las primas por riesgo y la bolsa, muestran un desempeño desfavorable cuando se les compara con sus símiles externos”.

En lo fiscal alertó que con la extensión del IFE universal y la implementación del IFE laboral y otros programas, el crecimiento del gasto fiscal superará lo considerado en el IPoM de junio. “Los antecedentes del último Informe de Finanzas Públicas y los anuncios hechos por el gobierno llevan a estimar que, en términos nominales, el gasto fiscal aumentará más de 35% anual durante este año, con un déficit efectivo superior a 7% del PIB. Este incremento del gasto no alcanza a financiarse con los ingresos fiscales generados por el mayor crecimiento económico, aumentando las necesidades de financiamiento fiscal. Esto ha llevado a la autoridad a hacer nuevas colocaciones de bonos de la Tesorería y a efectuar nuevos giros de fondos soberanos”.

En cuanto a la inversión, su estimación prevé que, luego de crecer cerca de 16% anual este año, se manifestarán una serie de factores restrictivos que atenuarán su expansión a 0,3 y 0,6% en el 2022 y el 2023, respectivamente. En este caso, sostiene que además de la exigente base de comparación del 2021 se suman la lentitud que sigue mostrando la aparición de nuevos proyectos de envergadura, con la excepción de aquellos de energías renovable,, la significativa alza de las tasas de interés de largo plazo, el impacto de la depreciación del peso, el deterioro de la bolsa y una incertidumbre que sigue elevada en perspectiva histórica”.

Así enfatiza que “el comportamiento esperado de la inversión en Chile difiere de lo que se prevé en otras economías, donde la recuperación posterior a la pandemia está mostrando una tracción mucho mayor de esta parte de la demanda interna”.

El Central también puso el foco sobre las presiones inflacionarias y por ello elevó sus proyecciones de esta variable para el corto plazo “de manera importante por el fuerte dinamismo del consumo, la depreciación idiosincrática del peso, los mayores precios internacionales de los combustibles y una oferta global y local que aún no logra reponerse del todo”.

En el escenario base, la inflación anual culminará el año en 5,7% (4,4% en junio), manteniéndose en cifras por sobre 5% durante la primera mitad del 2022 explicadas también por el alza del componente volátil de los precios de la energía y los alimentos.

La inflación subyacente —IPC sin volátiles— también se revisa al alza respecto de junio, proyectándose que se ubicará en 4,7% a fin de año y que alcanzará su máximo hacia mediados del 2022, cuando su variación anual se acerque a 5,5%.

En cuanto la política monetaria, el Consejo aumentó la Tasa de Política Monetaria (TPM) en 75 puntos base en su reunión de agosto y, en el escenario central estima que continuará retirando el impulso monetario, llevando la TPM a niveles en torno a su valor neutral hacia mediados del primer semestre del 2022, es decir a un nivel cercano a 3,5%. No obstante, el juicio del consejo es que “los escenarios de sensibilidad asociados a mayores presiones sobre los precios tienen una probabilidad algo mayor de ocurrir, lo que llevaría a una trayectoria de la TPM más cercana al borde superior del corredor de tasa”.

Escenario complejo

Pero las buenas perspectivas para este año no son sostenibles. Eso es lo que trasmite el Banco Central en este informe. Y eso queda reflejado en que para 2022 y 2023 ajustó a la baja las proyecciones de crecmiento. Para el próximo el rango el nivel se ubica entre 1,5% y 2,5%, menor al previsto en junio de 2% y 3%, mientras que para 2023 la situación es aún más exigua: 1% y 2%. “Pese a que se anticipa también un mayor nivel de gasto privado para el próximo año, la mayor base de comparación resulta en un rango de crecimiento estimado para el 2022 más bajo. Hacia el 2023, la paulatina desaparición de los efectos de la política fiscal y la acción de la política monetaria reducen el rango de crecimiento estimado para dicho año”, sostiene el BC.

En este escenario, se estima que “la brecha de la actividad ya se cerró producto del mayor dinamismo de la demanda, volviéndose significativamente positiva durante la segunda parte del año y por buena parte del 2022. Hacia el 2023 la brecha retornará al equilibrio”.

Fuente: La Tercera

 

 

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