“Si bien la crisis nos afectó en ingresos, logística y productividad, también generó impactos positivos como la aceleración digital y sucesión familiar”

  • Magdalena Díaz Le-Fort,  Gerenta General Asociación de Empresas Familiares (AEF)

 

La Asociación de Empresas Familiares (AEF) es una organización sin fines de lucro que busca ser un espacio de confianza donde sus integrantes puedan compartir y aprender sobre los temas relevantes para preservar el legado familiar y promover el desarrollo, crecimiento y competitividad de este tipo de compañías en Chile. Además, estas firmas no solo son importantes por ser un motor de desarrollo y empleo para el país -aportando más del 70% del PIB y del empleo-, sino que también porque a través de sus valores de compromiso y esfuerzo buscan dejar una huella en la sociedad y las próximas generaciones. 

En la actualidad, según cuenta Magdalena Díaz Le-Fort, Gerente General de la AEF, si bien el Coronavirus los ha afectado en sus ingresos, logística y productividad, “también nos ha generado impactos positivos como la aceleración digital y sucesión familiar”, por lo que hace un llamado a ser optimistas y reflexionar sobre que esta pandemia “parece una nimiedad si la comparamos con las crisis que generaron las guerras mundiales o la peste negra, así que debemos fortalecer nuestro sentido de humanidad y desarrollar una mayor conciencia sobre cómo ser personas más conectadas con uno, el resto y el planeta”.

En este contexto, la también Historiadora y Máster en Desarrollo Económico Latinoamericano de la Universidad de Salamanca, nos cuenta en entrevista en profundidad con E-negocios sus apreciaciones respecto a la actualidad de las empresas familiares en Chile, las políticas económicas estatales para hacer frente a la contingencia, sus proyecciones financieras para el país y la participación laboral y empresarial femenina, entre otros temas.

 

-¿Cómo se han visto impactadas las empresas familiares con la pandemia y crisis económica?

Tal como lo muestran los resultados de la encuesta de percepción que aplicamos recientemente a nuestros socios de la AEF a propósito de la pandemia, si bien este tema afectó a las empresas familiares con caídas en sus ingresos, problemas logísticos y descensos en la productividad, la coyuntura también ha generado otros impactos positivos en ellas. Por ejemplo, 2 de cada 3 consultados reconocieron una aceleración de la transformación digital en sus compañías, mientras que un 47% cree que ha servido para la adaptabilidad y el mejor desempeño de los equipos. El sondeo reveló, además, que el escenario pandémico impulsó a los miembros de la familia a involucrarse más activamente en la gestión de la empresa, lo que se ve reflejado en que 1 de cada 3 entrevistados afirmó que aceleró la sucesión familiar. El 29%, en tanto, planteó que la actual situación sanitaria facilitó el ingreso de las nuevas generaciones al gobierno corporativo de sus compañías. Esto es reflejo del espíritu de resiliencia que las caracteriza.

-¿Qué te parecen las medidas que ha impuesto el Gobierno para ir en ayuda de las pymes y el sector empresarial en general? ¿Van en el camino correcto?

Desde el punto de vista fiscal, los paquetes de ayuda que se han implementado en Chile han sido de los más robustos en América Latina y han tenido como foco las familias y las Pymes. Creo que más allá de las críticas al timing, en nuestro país el Gobierno ha tenido un rol muy activo para intentar mitigar los severos efectos de la crisis sanitaria y económica en los agentes privados. Sin embargo, el proceso de reapertura plantea otros desafíos. El más urgente es quizás la recuperación del empleo, que ha mostrado rezagos en relación a otros indicadores claves. Es preocupante que desde que comenzó la pandemia todavía tengamos 1 millón de empleos menos, y esto ha afectado principalmente a las mujeres. Es esencial profundizar las medidas que favorezcan el retorno del empleo femenino al mercado laboral, lo que pasa por incentivos a la contratación focalizados y soluciones en el ámbito del cuidado de familiares, en especial de los hijos pequeños.

-¿Cuáles son tus proyecciones al corto y mediano plazo de la economía nacional? ¿Consideras que en ese segundo semestre será de recuperación?

La economía chilena se ha ido recuperando en forma acelerada -salvo el empleo, que aún muestra un rezago preocupante- y esperamos que este año el crecimiento de Chile esté en torno al 8%. Estos resultados tan abultados, que perfilan a nuestro país como uno de los con mayor crecimiento en la región, están influidos por una baja base de comparación -la economía retrocedió 6,5% en 2020-, así como una fuerte inyección de liquidez producto de los generosos paquetes de estímulo fiscal y los sucesivos retiros de las AFP. Todo lo anterior ha apuntalado con fuerza al consumo, que podría expandirse este año a una tasa histórica de 13%. Sin embargo, este crecimiento acelerado en el corto plazo -que podría registrar tasas de dos dígitos hasta el tercer trimestre de este año- no cambia en nada la trayectoria de expansión de la economía en el mediano plazo, que ya exhibía previo a la crisis una ralentización. Esperamos un crecimiento para 2022 entre 2% y 3% y entorno a ese rango para los años posteriores.

-En otro tema, ¿cómo ves el panorama nacional respecto a la participación de mujeres en el mundo laboral? ¿Sigue existiendo una brecha muy grande en Chile?

Veo con gran satisfacción que las mujeres estén cada vez ocupando posiciones de mayor responsabilidad en la Alta Dirección empresarial. De hecho, esto se demostró en elecciones recientes de directoras y consejeras en importantes gremios empresariales como la SOFOFA y la Cámara Nacional de Comercio (CNC). Sin embargo, aún queda mucho por avanzar, pues aún las mujeres en posiciones de Alta Dirección solo representan un 17%. Las empresas familiares dan un ejemplo al respecto, pues en estas organizaciones la cifra aumenta considerablemente, llegando al 30%. La brecha la superaremos en Chile no solo cuando tengamos una paridad natural y no forzada entre las posiciones de alta gerencia y dirección empresarial entre hombres y mujeres, sino que también cuando seamos remunerados de la misma forma y ambos géneros accedan a los beneficios de la licencia de maternidad sin sesgo alguno. Me preocupan, sin embargo, los efectos que ha tenido la crisis sanitaria en la participación de las mujeres en el mercado laboral. Según datos del INE, la tasa de participación femenina cayó de 53,3% en el nivel prepandemia (trimestre terminado en enero de 2020) a 45,3% con los datos a mayo de este año. Esta caída de 8 puntos, es un retroceso que borra lo avanzado en más de 10 años de incorporación de la mujer al mercado laboral.

-¿Cree que se está haciendo un buen trabajo en cuanto a políticas públicas para empoderar a la mujer y potenciar su participación en campo laboral? ¿Debería existir algún tipo de sistema de cuotas para integrar mujeres en los directorios de grandes empresas?

La creación del Ministerio de la Mujer ha sido un gran incentivo para fortalecer el rol de la mujer en el mercado laboral y las denuncias sobre cualquier tipo de maltrato. Yo no creo mucho en el sistema de cuotas. Simplemente porque confío, y esta pandemia lo ha demostrado con creces, en la importancia de incorporar a las mujeres en los directorios de las empresas. Informes de importantes instituciones demuestran que la incorporación de sabiduría y gestión femenina en la Alta Dirección dota a las empresas de mayor eficiencia económica, incorpora distintas visiones necesarias en un mundo cambiante y suma una mayor capacidad para resolver conflictos y escuchar a las contrapartes en escenarios de negociación. No obstante, es esencial apurar la ley de sala cuna, que actualmente duerme en el Congreso, que elimina barreras regulatorias para la contratación de mujeres e incorpora mecanismos de financiamiento al cuidado infantil que evita sesgos de género.

-Para finalizar, fuiste docente universitaria por muchos años, ¿está en tus planes volver a la docencia o tienes otros proyectos personales al corto o mediano plazo?

Yo nunca he dejado de ser docente universitaria. Lo soy desde los 27 años y espero nunca dejar de ejercer ese rol. Hacer clases, investigar, el estudio constante y escribir me llenan el alma profundamente. La docencia me otorga tres elementos que para mí son claves en un mundo en que la vorágine de cambio es a veces abrumadora. En primer lugar, flexibilidad en la incorporación de nuevos modelos mentales y estar actualizada con las últimas tendencias más influyentes de pensadores(as). En segundo lugar, la conexión con las nuevas generaciones y su realidad sociológica. Yo pertenezco a una generación “bisagra” y estar en contacto con generaciones que no nacieron en Guerra Fría, que crecieron con internet y que tienen otros códigos, me hace estar mucho más conectada con las aspiraciones y frustraciones de la juventud. Y, por último, al ser historiadora y enseñar procesos históricos de larga duración, me hace tener más perspectiva. La crisis provocada por el Coronavirus parece una nimiedad si comparamos las crisis que provocaron las guerras mundiales, la Depresión del 29, la peste negra, la caída del Imperio Romano o las guerras de religión. Esperemos fortalecer nuestro sentido de humanidad y desarrollar una mayor conciencia sobre cómo ser personas más conectadas con uno y con el entorno, así como colaboradoras con el resto y el planeta. Creo que nadie puede quedar impertérrito frente a los cambios en las formas de vida y trabajo que ha provocado el Coronavirus.

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