Impacto económico en la vida saludable

  • Por Óscar Gutiérrez, Académico Escuela de Ingeniería Universidad de Las Américas

 

Algunos cambios en la sociedad van ocurriendo lentamente. Por ejemplo, hace un par de años la bebida gaseosa dejó de ser el bebestible embotellado más vendido de Chile, convirtiéndose el agua mineral en la opción más consumida.

Los cambios de hábitos hacia lo saludable en Chile se han incrementado, siendo un beneficio para la sociedad. Sin embargo, las dinámicas de consumo que por años orientaron un bajo autocuidado en la alimentación y una vida sedentaria, configuraron una industria de insumos, productos y servicios que se vieron impactados negativamente frente al cambio hacia lo saludable, con situaciones de despidos o cierres de fábricas, como es el caso de la industria azucarera.

Junto con estos cambios, se implementó la ley de etiquetado, lo que incidió aún más el descenso de la demanda. Si a lo anterior, agregamos que se tendrán menos visitas al médico y compras de medicamentos, un descenso en el uso de combustible por preferir la bicicleta, menos consumo en las cadenas de comida rápida, entre otros impactos ¿podría afirmarse que una vida sana genera un impacto negativo en la economía? La respuesta es sí, pero de manera temporal.

Los cambios en los mercados de consumidores impactan en los mercados oferentes a través de una menor demanda, lo que exhorta a éstos últimos a innovar en sus productos y servicios para adoptar las nuevas exigencias. Esto constituye una dinámica continua y permanente entre demanda y oferta, no obstante, nadie niega que desde lo público el impacto en la salud de las personas es innegable e inconmensurable, dejando claro lo beneficioso de favorecer este estilo de vida para la sociedad.

Lo que mañana configure el mercado es solo el desafío para constituir una senda de innovación permanente para hacerlo más sofisticado y generar mejores bienes y servicios.

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